AMNESIA DISOCIATIVA
jueves, 26 de julio de 2007

Un hombre sale un día de casa, se despide de su mujer, sube al coche, enfila la calle de siempre camino del trabajo y ya no vuelve más. No ha huido con otra, ni ha sufrido un accidente; tiene amnesia disociativa y no recuerda quién es. Abre uno los ojos, después de una siesta profunda que duró demasiado, y durante unos segundos no sabe dónde está, ni cuál es el momento del día. La sensación es breve, pero también muy intensa, y contiene una punzada de alarma. La conciencia todavía aturdida identifica y descarta habitaciones sucesivas, y también tarda en reconocer la hora del día según la intensidad o la inclinación de la luz. Y si lo que predomina en la habitación son las sombras, la confusión se vuelve todavía mayor: ¿amanece o está anocheciendo? La memoria propone lugares, horas del día o de la noche, ciudades. Un instante más tarde hemos reconstruido como detectives o geógrafos los datos precisos de nuestra topografía más cercana, hemos trazado en nuestro mapamundi interior las líneas de longitud y latitud, la posición aproximada de los astros.
Una apoplejía inadvertida, una encefalitis vírica o una epilepsia del lóbulo temporal pueden ser las causas de este olvido. Pero según un especialista que se llama Elkhonon Goldberg –con ese nombre uno parece predestinado a los saberes más profundos– la pérdida radical de toda memoria procede de una mezcla de causas emocionales y orgánicas: el estado de fuga le sobreviene a alguien que aparte de sufrir una alteración neuronal necesitaba desesperadamente huir; el pánico a los recuerdos vuelve más fácil la amnesia fulminante. Alguien despierta y no sabe dónde está, ni a qué hora del día pertenece esa luz o esa penumbra. Tampoco sabe quién es, pero esa ignorancia no le produce miedo, ni siquiera alarma, sino una serena felicidad, un infinito alivio. Quizás lo único que sabe es que ha huido, y que se encuentra a salvo.
posted by el profe @ 9:14,